Su forma es triangular, de alrededor de 7 cm de largo, no demasiado carnoso, piel dura y un color rojo encendido.
Es sin duda una de las conservas más demandadas del mercado. El proceso de conservación en lata se hace, asando los pimientos en una superficie de carbón vegetal o mediante gas a través de bombos giratorios. El producto nunca debe entrar en contacto con el agua, pues perderían el aroma y el sabor. El pelado posterior es totalmente manual.
En cuanto a su preparación; podemos cocinarlos en la sartén (calentados con un poco de azúcar, un poco de vinagre, sal y aceite hasta que la salsa que sueltan espese y caramelicen). Otra opción es acompañar la carne, tortillas o pescados azules.
También podemos consumirlos directamente o preparar los famosos pimientos del piquillo relleno.
Esta última muy popular debido a las características resistentes de su carne (ya que se presentan pelados por ser la piel dura) que permite emplear cualquier relleno, puede estar cubierta de diversas variantes, como puede ser morcilla con arroz, de bacalao, e
Desempeñan también un magnífico papel como guarnición y realzan de forma muy especial los platos de huevos, arroz, patatas o pasta.
Una vez abierta la conserva, si sobra algo de producto y queréis que aguanten varios días en la nevera, los guardáis en algún envase hermético, cubriéndolos siempre con suficiente aceite para que no entre el aire. No olvidéis darle un tratamiento de calor cuando los vayáis a consumir.
Pero además de su maravilloso sabor, los pimientos del piquillo cuentan con unos excelentes valores nutricionales: tienen una importante presencia de caróteno, abundancia de fibra, un alto porcentaje de agua, minerales corno el potasio o el fósforo y un buen nivel calórico.